domingo, 19 de abril de 2020

Nuevo blog en marcha... ¡recién salido del horno!


Hoy vengo a compartiros mi otro blog: "The Lady Fox's Training Materials".

Es un blog que está dedicado a difundir actividades online e interactivas, realizadas por mi, y  relacionadas con el ámbito educativo.

Su objetivo es trabajar aspectos relacionados con la atención, la memoria, y el proceso de aprendizaje en general, sin olvidarnos de la parte lúdica, ya que es el eje que nos permite que lo aprendido sea algo significativo para nosotros, y por tanto ayudándonos a que su huella perdure más.

Mi deseo es que The Lady Fox's Training Materials, se convierta en una pequeña "biblioteca" de recursos online, accesibles y gratuitos, dirigidos a diferentes colectivos, y disponibles para su uso para todas aquellas personas interesadas, así como para profesionales que trabajan con personas que los puedan necesitar.

Espero que sean de vuestro interés y los disfrutéis, y si os gusta, ¡no dudéis en seguirme y ayudarme en la difusión de mi nueva aventura!

Visitadme, haced click aquí abajo 👇👇👇


martes, 7 de enero de 2020

Si yo supiera de letras... Rima libre y secilla.


Si yo supiera de letras, algo así escribiría...


que si bordas un bosque, que sea en mi cintura.
Que su aliento cobije ciervos y mariposas,
helechos, pinos y amapolas.
  ¡Ah! y música escrita en dorada partitura.


Imagen protegida. No se autoriza su uso ni difusión para otro fin.

 

martes, 18 de junio de 2019

Primer relato corto de "Historias de un Bosque de Hadas": La historia de Nyrid


                             Imagen de Yuri Ben Pixabay. Libre de derechos de autor


La historia de Nyrid

El hada Nyrid era un hada buena. Le gustaba saltar descalza de orilla a orilla sobre los pequeños arroyos que regaban el bosque. Cada vez que pasaba saltando de lado a lado y su pequeño pie tocaba el agua, se escuchaba una brillante y fresca nota musical distinta que, salto a salto, componía una alegre y divertida melodía.

Nyrid tenía los ojos transparentes y las personas que alguna vez llegaban a verla, quedaban atrapadas en su mirada larga e infinita, en dónde creían llegar a atisbar el origen y el final del mundo y sus secretos. Al fin y al cabo, así es como dicen que ven los ojos de un hada. Pero Nyrid, en cambio, quedaba enredada, como un pez en una red, en ese intercambio de miradas y palabras expresadas a través de los ojos, y la tristeza que las personas llevaban en su corazón, quedaba encerrada en sus propias pupilas, liberando de la pena a aquellos tenían la suerte de verla, pero tiñendo de azul la transparente mirada del hada. 

Coloriage Wild Album by Emmanuelle Colin, coloreado por mi


A pesar de todo ello, Nyrid, salto a salto y nota a nota, era capaz de transformar, casi mágicamente, la tristeza azul que teñía su vivaz mirada, en alegría con su música. Por eso, cuando sus ojos ya, completamente llenos de pena, no pudieron albergar la tristeza de las personas, su cabeza se cubrió con una  bella corona de flores azules.

Muchas mariposas y otros pequeños insectos iban con ella, revoloteando en sus flores, saltando ríos, jugando entre los arbustos o balanceándose sobre las coloridas setas, como cuando se tumbaba en ellas sobre su pequeño abdomen.

Sin embargo, un día, Nyrid, se percató de lo pesada que sentía su corona de flores azules en su cabeza y, aquel día, en vez de saltar, se sentó, cansada, en la orilla del riachuelo. Allí, sin saber muy bien porqué, empezó a llorar.

Un zorro, que pasaba por allí, se extrañó de ver un hada quieta y llorando y se le acercó despacio. La observó en silencio durante un rato, y pudo ver como pequeñas lágrimas azules resbalaban por las mejillas del hada formando un pequeño torrente que caía hasta el riachuelo mientras el azul de sus flores se desvanecía lentamente, tornando el transparente cauce del riachuelo en una suave y hermosa corriente azul, coloreando con delicadeza el lecho del río.

El zorro, conmovido y a la vez algo sorprendido, reprimió su deseo de hablarle y abrazarle, quizás porque en el fondo no sabía muy bien qué decirle, y la acompañó durante un buen rato en silencio.
Él sabía que las hadas eran seres mágicos, bellos y sorprendentes, pero no era habitual verlas llorar.

Cuando ya los primeros rayos de luna atravesaron las ramas de los frondosos árboles y acariciaron el riachuelo, Nyrid dejó de llorar.

Su corona de flores, antes azul intenso, ahora, estaba casi transparente, como sus ojos.
Fue entonces cuando vio al zorro, allí sentado a su lado, mirándola con curiosidad. El zorro, quizás un poco tímido, que no quiso ser descortés, la saludó:
-Hola hada. Te vi triste y me dio miedo que las lágrimas no te dejaran ver si algún peligro te acechaba, por eso decidí quedarme a cuidar de ti”. – Dijo el zorro, quizás intentando parecer más útil que curioso.
- Hola zorro. – dijo el hada. – Gracias por tu interés y ayuda. - Dijo escuetamente Nyrid mientras fijaba sus ojos transparentes en él.

El zorro asintió con la cabeza. Se quedaron mirando un rato, en silencio. Un murciélago que volaba por allí incluso pasó tres veces para escucharlos, pero se cansó y se fue.  Finalmente, después de muchos suspiros de líbelula (así contaban el tiempo en el bosque) el hada dijo:

 -Tú no cargas con tristezas, ¿verdad? – cantó en un susurro de hada y mientras lo dijo, un pequeño torbellino ligeramente dorado, se levantó alrededor de los dos, levantando varias hojas secas, girando a su alrededor.

Imagen de Hans Benn en Pixabay. Libre de derechos de autor
El zorro, con su pelaje naranja, brillante por las motas doradas del torbellino, se quedó pensando un momento y dijo con sus ojos puestos en Nyrid:
- No. Yo cargo con la sabiduría. - y mientras lo dijo, su pelaje naranja, brilló tanto que pareció el mismo sol.

Los ojos de Nyrid se abrieron, y por primera vez, se tiñeron levemente de un fulgurante amarillo dorado que abrazaba sus pupilas y que, rápidamente, al igual que ocurrió con sus ojos, coloreó los suaves pétalos de las flores de su cabeza con brillantes rayos dorados.
El hada y el zorro se hicieron amigos. Cada conversación bordaba un verano sobre un invierno. Cada charla sabía a pastel de cerezas. Cada risa era rocío sobre la hierba. Cada juego era una estrella que besaba la noche.

Tanto charlaron, tanto jugaron y rieron, tanto aprendieron y tanto compartieron el hada y el zorro, que se volvieron inseparables.

Una tarde, muy parecida a la primera en la que el zorro vio por primera vez a Nyrid, se miraron y recordaron aquel momento con una sonrisa en sus corazones, agradecidos por haberse encontrado, y súbitamente, como en aquella vez, un repentino remolino de hojarasca se elevó a su alrededor, esta vez de tonos rojizos. Los ojos del zorro brillaban de nuevo, y un fulgor rojo intenso, alcanzó de nuevo los pétalos del hada, coloreándolos como una bella acuarela tricolor.  Sus cabellos castaños también se tornaron en un rojo vivo y apasionado.

EL hada y el zorro fueron tan conocidos y su historia tan bella, que, a partir de entonces, todas las criaturas del bosque cantaron la historia de Nyrid, el hada que cargaba con las tristezas, la sabiduría y el amor, y su compañero, el zorro.

Autora: Inma García.






sábado, 17 de febrero de 2018

La constelación del perro

Cansada de tantos días de cielos nublados y de noches oscuras cerré los ojos con hastío. -"Qué será de mí sin cielos despejados ni estrellas?"- pensé con amargura. -"Qué sentido tiene ser astrolabio cuando no hay estrellas que observar, cuando no hay un rumbos que trazar?" 

Decidí atracar mi barco. No tenía sentido seguir buscando caminos en la bóveda, creo que no es inteligente aventurarse en búsquedas a ciegas.

Abatida durante días, paralizada por la pena y la tristeza dejé pasar los días. Días sin objetivos. Horas sin fin, los sueños desdibujados en el tiempo crearon una densa e insoportable niebla en mis pensamientos. Me dormí... Y soñé con un perro.

Al despertar,  sentí que, quizás, el ambiente no estaba tan cargado, así que pensé que, ya que había descansado algo y no había mucho que hacer, podía intentar poner a punto mi barco. Quizás no era tan mala idea... -"No siempre hay que estar navegando y buscando" -  me dije a mi misma.

Me di cuenta que había muchas cosas por hacer, pequeños arreglos, otros no tan pequeños... Podía pintar también... No sabía muy bien cómo, ni con mucho entusiasmo, pero decidí que había que ponerse manos a la obra. Al fin y al cabo yo creía que no había mucho más que hacer en aquel momento.

Durante ese tiempo de reparación conocí a gente. Gente interesante, con historias distintas a las mías. Me explicaban cosas de sus viajes y de sus barcos. De sus estrellas y sus cielos.

Sin darme cuenta, las historias fueron despejando el cielo. Eran  como vientos fuertes, y barrían orgullosos cada nube y cada partícula de polvo a mi alrededor.

Una noche alguien me habló de estrellas más brillantes que el sol. Con gran emoción y el corazón palpitante pregunté que dónde estaban esas estrellas -"En la constelación del gran perro." -.

Era de noche, así que levanté la mirada. Sí, brillaba de nuevo, miles y miles cascabeles de plata. Ahí estaban, Quizás era hora de zarpar otra vez...


Imagen editada por mi. Libre de derechos de autor.




viernes, 23 de enero de 2015

Rumbo Norte

Solo los astrolabios y otros marineros que se aventuraron saben que rumbo norte no solo hay frío y oscuridad.



Mirando al cielo trato de trazar la ruta. Busco el camino que me guíe. No siempre fue fácil, incluso para los más experimentados siempre hay obstáculos que interfieren.

Lo más probable es que otros hayan navegado antes por ahí hacia el mismo lugar, pero será inevitable pasar por diferentes circunstancias. Su mar no será mi mar, ni su cielo probablemente será el mío aunque a los dos nos cubra y nos lo parezca. Y ni siquiera lo será aunque las estrellas nos muestren el mismo camino, porque al fin y al cabo sus nubes no serán las mías, ni sus temporales serán los que azoten mi barco, porque sus ojos no verán lo que ven los míos.

Me atrevería a decir que navegar es un desafío. Debe ser por ello que los marineros son gente valiente. Aventurarse en un camino sin trazar, sin márgenes ni límites es duro, confiar en las estrellas para llegar a tu destino es bello pero vertiginoso y no excento de peligros.

Conozco muchos, sí, gente de mar, gente valiente, que se aventura rumbo norte en pleno invierno, en silencio y con serenidad, aceptando la incertidumbre del camino y confiando en las estrellas. Algunos, en tierra, los miran con extrañeza, raros a veces les llaman, excéntricos otras. Para los que jamás se embarcan, son locos que arriesgan demasiado por algo que creen que jamás conseguirán porque para ellos ni tan siquiera existe. Otros sin embargo optan por la prudencia, sabiendo que las decisiones quizás son algunas de las pocas cosas que aún nos pertenecen, trazando así su propio destino

Solo los astrolabios y otros marineros que se aventuraron saben que rumbo norte no solo hay frío y oscuridad. También hay fuegos verdes en los cielos oscuros, fuegos que bailan e iluminan la bóveda, serpentinas tornasoladas que adornan la noche con colores mágicos. Y después de las largas y eternas noches verdes y violetas también llegan los días vibrantes e imperecederos de luz y de sol.

Llegar ahí es la meta, sin embargo, el éxito no está asegurado. Por ello y sabiendo que mi camino no será el de otros, ni el de ellos será el mío aprovecho y escudriño las noches en busca de estrellas, escucho el ruido del mar sordo e incansable y sonrío al sentir la brisa en la cara mientras vivo.


Explosion of Aurora Borealis in The Arctic Cirle por nate2b (catching up) en Flickr




domingo, 13 de abril de 2014

El canto de las sirenas

 Cuenta Homero en La Odisea, que Ulises rumbo a Ítaca, tuvo que enfrentarse al canto de las sirenas y que de él salió victorioso...


Las sirenas eran unos seres que habitaban la isla de Artemisa y que con sus cantos y belleza, hechizaban a los marineros de tal manera que era imposible no sucumbir ante ellas y proseguir con su rumbo, lo que les hacía desviarse de su camino y dirigirse hacia ellas
irremediablemente y hacia una muerte segura.

Por fortuna para él mismo, Ulises fue advertido de este peligro por la hechicera Circe y gracias a ello pudo escapar de la muerte. Siguiendo el consejo de Circe, Ulises taponó los oidos de sus marineros con cera para evitar que escucharan los cantos y de este modo poder continuar el rumbo sin desviarlo hacia la terrible isla.

A pesar del peligro al cual se exponía, Ulises quiso escuchar a las sirenas, y por ello, inteligentemente ordenó a los marineros que lo ataran a un mástil del barco de modo que él mismo no pudiera soltarse, y a la vez dio órdenes de que ocurriese lo que ocurriese no lo soltaran. De este modo podría escucharlas sin quedar atrapado en su hechizo y morir como el resto de los navegantes que las escuchaban.

Y fue así como Ulises consiguió proseguir su camino hacia Ítaca sin perecer en la Isla de Artemisa.

Cree este astrolabio que en el mar hay muchas rutas, y que la mayor parte de las veces navegamos sin rumbo fijo, improvisando nuestros destinos. Trazando y rectificando el rumbo sin cesar, a veces obligados por las circunstancias y otras por voluntad propia.

Pero también es cierto que a veces, cuando estamos decididos y deseamos fervientemente llegar a un destino, como pudiera ser Ítaca en el caso de Ulises, no deberíamos ser ajenos a la idea de que probablemente a lo largo del camino podamos encontrarnos con cantos de sirena que nos hagan desviarnos de nuestro destino final.

Este es uno de los motivos por los que a este astrolabio le gusta navegar acompañado. Acompañado de aquellas voces leales y respetuosas que más que actuar como cuerdas que atan al mástil, actúan como voces reflexivas que te invitan a pensar y a madurar las ideas, a valorar desde diferentes puntos de vista las diferentes alternativas que uno puede encontrarse a lo largo del camino y en definitiva, a reconocer y escapar de los peligrosos y nocivos cantos de sirena... ¿Qué opináis vosotros, navegantes?

http://www.photoboats.com/Abstract/Fantasy/sea_ships_fantasy_art_sirens_mermaids_1440x900_wallpaper_27881/download_1440x900

lunes, 10 de marzo de 2014

Sin rumbo fijo


Han pasado varios días desde la última entrada. Muchos y variados acontecimientos han ido sucediéndose, como si fueran eslabones cada uno unido al siguiente en la creación de una cadena. Y es que, al fin y al cabo, parece que la vida, las historias y hasta la ciencia son narradas mediante cadenas formadas por pequeños eslabones.

Pudiera parecer que la sucesión o relación lineal de los acontecimientos nos conduce a un determinado y válido destino. Nuestra ruta. Es como si fuera necesario vincular un eslabón a otro para darle sentido a nuestra realidad.

Pero ¿qué ocurre si perdemos eslabones?, ¿qué ocurre si hay tormenta o si el anterior eslabón de la cadena no es el bueno? y si resulta que ¿es aquél que consideramos no adecuado para nuestra historia?

Supongo que en términos náuticos este hecho lo podríamos identificar como perder el rumbo. O en otros términos más cotidianos, como fracaso o error en nuestras vidas.

Sin embargo esta visión lineal únicamente parece que nos permite, digamos, "editar" nuestra vida, en términos de una línea, con una dirección determinada y una continuidad de principio a fin.

Esto nos conduce sentir nuestras vidas en la dirección de pasado y presente lineales, viendo nuestros errores, ahí justo en medio de nuestra cadena.

Observamos nuestra cadena a veces inconclusa o únicamente en términos de eslabón bueno o eslabón malo. Unos más dichosos, observaran su cadena con más eslabones valiosos que otros. Otros, más desafortunados, verán su cadena repleta de episodios negativos, supongo que asumiendo los significados que ello conlleva en la percepción de la vida de cada uno...

Así nos vemos abocados a la eterna dicotomía entre lo bueno y lo malo.

Nuestras vidas, al final se reducen a buenas o malas, exitosas o fracasadas, así como nuestras acciones o nuestros destinos. Incluso nuestra percepción del "yo" es incapaz de escapar de esta dualidad.

Ilustración de la nave Argo de Johannes Hevelius.
Pero este astrolabio, que se dedica a observar el cielo para buscar estrellas y fijar los rumbos, ha podido observar que las estrellas no tienen porqué ser astros aislados que señalan o guían una ruta lineal desde el inicio hasta su fin.

He podido observar en el cielo mapas secretos de figuras tejidas en plata que escapan de la línea de ruta trazada por el capitán del barco.
Estrellas que se relacionan de forma caprichosa, formando constelaciones que escapan a la direccionalidad de las rutas.

Estrellas que vistas en su globalidad nos muestran una historia distinta, con astros aislados que de repente son significativos, gracias a las cuales escapamos del rumbo prefijado. Nos permiten huír de las dicotomías establecidas y nos permiten observar la vida, no como eslabones de cadena, sinó como puntos en relación a otros, que nos permiten situarnos de otro modo y descubrir nuevas figuras, nuevos significados, en definitiva nuevas comprensiones.

Así que adelante, si os gusta la propuesta, os invito a venir. Seguimos... Sin rumbo fijo.