domingo, 13 de abril de 2014

El canto de las sirenas

 Cuenta Homero en La Odisea, que Ulises rumbo a Ítaca, tuvo que enfrentarse al canto de las sirenas y que de él salió victorioso...


Las sirenas eran unos seres que habitaban la isla de Artemisa y que con sus cantos y belleza, hechizaban a los marineros de tal manera que era imposible no sucumbir ante ellas y proseguir con su rumbo, lo que les hacía desviarse de su camino y dirigirse hacia ellas
irremediablemente y hacia una muerte segura.

Por fortuna para él mismo, Ulises fue advertido de este peligro por la hechicera Circe y gracias a ello pudo escapar de la muerte. Siguiendo el consejo de Circe, Ulises taponó los oidos de sus marineros con cera para evitar que escucharan los cantos y de este modo poder continuar el rumbo sin desviarlo hacia la terrible isla.

A pesar del peligro al cual se exponía, Ulises quiso escuchar a las sirenas, y por ello, inteligentemente ordenó a los marineros que lo ataran a un mástil del barco de modo que él mismo no pudiera soltarse, y a la vez dio órdenes de que ocurriese lo que ocurriese no lo soltaran. De este modo podría escucharlas sin quedar atrapado en su hechizo y morir como el resto de los navegantes que las escuchaban.

Y fue así como Ulises consiguió proseguir su camino hacia Ítaca sin perecer en la Isla de Artemisa.

Cree este astrolabio que en el mar hay muchas rutas, y que la mayor parte de las veces navegamos sin rumbo fijo, improvisando nuestros destinos. Trazando y rectificando el rumbo sin cesar, a veces obligados por las circunstancias y otras por voluntad propia.

Pero también es cierto que a veces, cuando estamos decididos y deseamos fervientemente llegar a un destino, como pudiera ser Ítaca en el caso de Ulises, no deberíamos ser ajenos a la idea de que probablemente a lo largo del camino podamos encontrarnos con cantos de sirena que nos hagan desviarnos de nuestro destino final.

Este es uno de los motivos por los que a este astrolabio le gusta navegar acompañado. Acompañado de aquellas voces leales y respetuosas que más que actuar como cuerdas que atan al mástil, actúan como voces reflexivas que te invitan a pensar y a madurar las ideas, a valorar desde diferentes puntos de vista las diferentes alternativas que uno puede encontrarse a lo largo del camino y en definitiva, a reconocer y escapar de los peligrosos y nocivos cantos de sirena... ¿Qué opináis vosotros, navegantes?

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